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jueves, 23 de junio de 2011

Raices de Amargura

Vamos a considerar el porqué de las Raíces de Amargura.

¿Por qué razón quedan raíces amargas en nuestras vidas?
Y lo primero que te puedo decir es que una de las causas más importantes, tal vez más definitorias, por las que pueden quedar raíces amargas es la falta de perdón.
Perdonar es una llave en la Sanidad Interior que nos abre paso a la sanidad del alma.

La falta de perdón suele hacer que queden en nuestro interior raíces amargas.
En Efesios 4:32 leemos: “Mas bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.”

Esta es nuestra obligación.

Sin embargo, no parece un trámite tan sencillo, porque si todos pudiéramos perdonar de corazón, fácilmente, no habría tantas personas afectadas con raíces de amargura.

Sabemos que el perdón que extendemos es un perdón inmerecido, la persona al que perdonamos no se merece nuestro perdón, así como tampoco nosotros no merecemos el perdón de nuestros pecados que Dios nos dio en Cristo.
El acto sincero de perdón produce alivio, trae paz.
Perdonar es como sacarnos una piedra enorme de nuestra espalda y quitarnos un terrible peso.
Ésta es la sensación que experimentamos al perdonar una ofensa.
En Marcos 11:25 y 26, la Palabra nos dice que si no perdonamos, Dios no nos perdona.
Alguien dijo una vez que “perdonar es recordar las ofensas en paz.”
Es decir, es algo así como recordar que sí, efectivamente, algo nos pasó y fue doloroso,… pero no obstante, podemos recordarlo sin sufrirlo nuevamente.
Los que dicen haber perdonado, pero no tienen paz al recordar el daño se engañan a sí mismos; algunos hasta llegan a decir: “A tal persona la perdoné, pero no me la nombren más en mi vida”. Es evidente que no hubo un perdón verdadero.

Hay personas que vivieron un hecho doloroso y cada vez que lo recuerdan entran en estado de angustia, porque el dolor está ahí vivo, activo, como si recién hubiera sucedido.

Somos personas con memoria, con historia; el recuerdo puede estar.
Pero una vez que sanamos, ese recuerdo ya no nos provoca signos de amargura.
Cuando perdonamos estamos libres del resentimiento.

¿Qué es el resentimiento?….. La palabra se forma con dos elementos: re - sentir, es volver a sentir aquí y ahora con los que me rodean, lo que ya sentí antes y por causa de otra persona.

Supongamos que yo me enojo mucho con una persona y le cargo con un montón de culpas: “¡Porque has hecho esto que a mí no me gusta! ¡Estoy muy enojado contigo!”

Es aquí y ahora con esta persona, pero le estoy diciendo, y tal vez repitiendo, lo que, en verdad, le correspondía a aquella otra por lo que me hizo hace tiempo atrás.

Hay que revisar con cuidado cuando uno se enoja.
En ocasiones hasta vemos la causa justificada: “¡Me enojé con tal persona!, o ¡estoy enemistado con tal persona por esto, por esto y por aquello otro que me molestó”! Y damos las explicaciones del caso.

Pero habría que revisar si la causa de este gran enojo o de esta ofensa actual, no tiene una raíz de amargura conectada al pasado y con otra persona.
El perdón es, ante todo, algo que sucede en nuestro corazón.

Cuando perdonamos, perdonamos dentro de nosotros.
Y no hace falta que esté la persona a la que tenemos que perdonar allí, delante de nosotros.

¿Por qué digo esto? ….Porque a veces, sólo podemos perdonar en el recuerdo, ya que la persona que nos dañó ni siquiera está viva.
Entonces el acto del perdón es un acto que sucede, primordialmente, en nuestro interior, en nuestro corazón.
Si además, después podemos acceder a la persona involucrada y decirle que la perdonamos, esto es otra posibilidad;….. pero el perdón, ese perdón genuino del que estamos hablando, tiene que surgir dentro de nosotros.
A veces sucede que perdonamos a una persona con quien ya no vamos a tener ninguna relación.

Alguien de un grupo al que pertenecíamos antes que nos dañó, o un miembro de la familia que nos robó algo valioso para nosotros……. Y así y todo, también hay que perdonarlo;…. pero el Señor no le manda que se amigue nuevamente con él.
Insisto, el perdón es algo que está dentro de nosotros, en nuestro interior; surge desde nosotros hacia aquellas personas que pasaron por nuestra vida y nos lastimaron.

Eventualmente, en nuestro diario vivir, nos vamos a encontrar con personas hirientes a las que vamos a tener que perdonar…… Pero el perdón se extiende aun, cuando la persona que nos dañó, no esté cerca de nosotros.
Es conmovedor saber cómo algunas personas pudieron perdonar el horror de los nazis.

Hace poco tuve la oportunidad de leer en un libro el tremendo testimonio de una mujer judía que había sido hostigada de niña en los campos de concentración.
Años más tarde, ella conoció a Jesús y tuvo la oportunidad de ir a hablar, después de la guerra, a un lugar donde había alemanes que habían participado de los castigos y las torturas que ella misma había padecido.
En esa oportunidad, esta mujer perdonó a sus agresores. Sin embargo, no estaban todos ahí, no estaba cada uno de sus castigadores, pero igualmente los perdonó a todos.
Y fue un testimonio tremendo, realmente muy fuerte. Los alemanes que habían sido nazis y estaban presentes, se acercaron a ella a pedirle, personalmente, que, por favor, los perdonara.

Cuando se produce el acto sincero de perdón, el Señor abre los cielos….. Algo pasa en la vida de las personas…… Algo extraordinario pasa en los sentimientos……. Algo se transforma alrededor.
Sabemos que no es fácil perdonarlo todo,… pero si perdonamos, la bendición de Dios empieza a actuar de una forma especial sobre nosotros.
Otra razón para que broten raíces de amargura es la auto-condenación.
Hay personas que viven cargando con su pasado, como si el Señor no las hubiera perdonado.

Esto es como no creerle al Señor.

Le quiero compartir un duro ejemplo sobre las terribles consecuencias que se sufren cuando no se recibe el perdón del Señor y se cae en la auto-condena.
He ministrado a muchas mujeres que antes de conocer al Señor han practicado abortos; pero luego de recibir a Cristo, se han arrepentido de corazón por lo que hicieron y con dolor en la presencia del Señor.

Sabemos que Él las ha perdonado, sin embargo, muchas de estas mujeres no han aceptado ese perdón.

Y esto se pone de manifiesto cuando muchas de ellas no pueden quedar embarazadas.

Entonces nos preguntamos: ¿qué pasó?, ¿hay alguna auto-condena?……La temida respuesta es: “Dios no me manda hijos por los pecados que yo cometí anteriormente.”

Personalmente he escuchado decir: “Seguro que no quedó embarazada por los abortos.”

Es lamentable que no puedan aceptar el hecho concreto del perdón de Dios.
El Señor dice en Hebreos 8:12, “Yo les perdoné sus iniquidades y nunca más me acordaré de sus pecados”.

Éste es el Nuevo Pacto: el Señor ya no va a tener presente nuestros pecados, nos arrepentimos y nos perdonó; estamos en una nueva etapa, iniciamos una nueva vida que Él nos está dando.

Si el Señor es verdaderamente el Señor de nuestra vida, y Él dice que nos perdona, quiénes somos para decir que Él no nos puede perdonar.
En Hebreos 12:15 el apóstol Pablo nos dice: "Miren bien que ninguna raíz de amargura los estorbe"….. Pero… ¿a dónde debo mirar? A tu interior, a ese pasado que está molestando tu presente, y te recomiendo que lo hagas ya…. ahora, no permitas que ni un segundo más una raíz amarga moleste tu corazón.
Condensado del libro: Sanidad Interior “Una necesidad o una Obligación” del Rev. Horacio Latté


domingo, 23 de enero de 2011

El puño del Campeón (Dante Gebel)


Él le propone matrimonio en un arrebato de pasión y tal vez verdadero amor. Alguien decide que finalmente se dedicará a su verdadera carrera y vocación: la medicina. Ella deja sus distracciones e ingresa al Seminario Bíblico con el propósito de prepararse para trabajar en algún remoto lugar del mundo. Un adolescente toma la decisión de ser el mejor en el fútbol y, a partir de ahora, trabajará muy duro para lograrlo.

Ambos cónyuges finalmente concuerdan en que ella no debe abortar, y tendrán a ese hijo. Todos tienen un denominador común: decisiones fundamentales que ahora parecen sencillas, pero afectarán su propio futuro e, inconscientemente, el de los demás,

El primero dejará de ser un soltero sin preocuparse por el pantalón que usará el sábado, para transformarse en el eje de una familia. Otro salvará cientos de vidas en un hospital, desde una sala de emergencias. La chica que una vez decidió prepararse en el seminario, ahora predica en un rincón de Nueva Guinea.

El otro es un reconocido futbolista y acaba de firmar un contrato millonario para Jugar en Italia, la pareja que una vez decidió no abortar, hoy escucha a su hijo dar su discurso presidencial desde la Casa Blanca. Decisiones que causan un golpe cósmico en algún lugar. Decisiones que afectarán generacionalmente a otros. Pequeñas decisiones que pasarán inadvertidas para cualquier escritor de grandes acontecimientos pero que, con el correr del tiempo, se transformarán en historia grande.

Conozco una de esas historias, que habla de esas sencillas y trascendentales decisiones.

Era una fría mañana de mayo y el hombre pasaba el cumpleaños más triste de toda su existencia. Cumplía sus primeras cinco décadas de vida y el saldo no era favorable. Su esposa había enfermado hacia unos cuantos años. No importaba cuántos, fueron eternos.

El hombre, carpintero de oficio, había visto cómo gradualmente el cáncer se llevaba lentamente a la compañera de casi toda una vida. Era una enfermedad humillante. ¿Cuándo fue la última vez que este hombre de manos rústicas había dormido toda la noche? Casi no lo recordaba. Todo se había transformado en gris desde que el maldito cáncer llegó a casa. Su esposa no tenía el menor parecido con la “foto del viejo retrato matrimonial que colgaba sobre una de las paredes del dormitorio. Ahora solo era un rostro cadavérico, niveo, sin color y por debajo del peso normal de cualquier mortal.

«Usted es una señora adulta», había dicho el médico, «váyase a casa y.,, espere».

El hombre, temperamental y de manos rudas, sabía lo que habla que esperar. Lo inevitable. Aquello que le arrebataría a su esposa y madre de sus cuatro hijos. Sin piedad, sin otorgarle unos años más de gracia. El putrefacto aliento de la muerte parecía llenar la atmósfera con el pasar de los días. La bebida era como una anestesia para el viejo carpintero.

Por lo menos, por unas horas no estaba obligado a pensar. Por el tiempo que durara la borrachera, tendría un intervalo en medio de una vida que no le daba tregua. Había cualquier tipo de alcohol diseminado por toda la casa; en los armarios, la nevera, el garaje, el galpón y hasta una botella en el aserrín de un viejo y enmohecido barril. Este era su cumpleaños. El hombre festejaba un año más de vida y un año menos junto a su esposa.

El gemido de su esposa lo despertó del letargo.

«Recuerda», dijo suavemente la mujer, «que hoy estamos invitados a ir a esa iglesia».

El hombre hizo un gesto de disgusto. Había sido luterano desde su niñez y hacía años que no pisaba una iglesia. Apenas recordaba algunas canciones religiosas en idioma alemán que se entonaban en su pueblo natal. Pero el pedido de su mujer no era una opción, era un ruego desesperado. Tai vez el último deseo de quien lucha cuerpo a cuerpo con el tumor que se empecinó en invadirlo todo. Un último intento por acercarse a Dios antes de partir para siempre. El carpintero de tas manos rudas y aliento alcoholizado, asintió con la cabeza. La iglesia no quedaba muy cerca, pero cuando el cáncer se instala en un hogar, a nadie le importa el tiempo y las distancias. Ya nadie duerme en la casa del carpintero.

Esa noche, la del cumpleaños, el matrimonio llegó con sus dos hijos menores a la remota iglesia de una dudad llamada Del Viso, en el inmenso Buenos Aires. Los que lo vieron, dicen que él se apoyó en la pared del fondo y oyó el sermón.

«.Linda manera de festejar e/ cumpleaños», habrá pensado en tono irónico.

Pero continuó allí con cierto respeto, viendo como su esposa lloraba frente al altar. Casi ni oyó el mensaje, pero presintió que debía acompañar a su mujer y, lentamente, el hombre que escondía botellas de alcohol en el aserrín, pasó al frente- Los dos tomaron una decisión. Aceptaron a Cristo como su único y suficiente Salvador. Una sencilla decisión que no pareció demasiado histórica, y estoy seguro de que muy pocos esa noche se percataron del carpintero y su enferma esposa. Pero a ellos les cambió la vida para siempre.

Ella observó cómo el cáncer retrocedía poco a poco hasta transformarse milagrosamente solo en un mal recuerdo. El hombre se deshizo de todas las botellas de alcohol y jamás volvió a tomar. Lo que comenzó como un mal día terminó con una decisión que afectó el futuro para siempre.

El viejo carpintero se dirigió a su galpón y levantó su puño al cielo. Ahora está decidido a tomar una determinación radical y categórica. Ese no es cualquier puño levantado en un desvencijado galpón, es el puño del campeón. Nunca más volverá a beber. Jamás dejará a Dios, Es una promesa. Una decisión.

Ocurrió un primero de mayo del año 1975. El carpintero de las manos rudas jamás se hubiese imaginado que debido a aquella determinación, no solo afectaría a su familia, sino a miles de personas en todo el mundo. Su hijo menor, que por aquel tiempo tenía apenas siete años, hoy predica a cientos de jóvenes en casi todo el planeta y, entre otras cosas, escribe este libro.

Editorial Vida/Zondervan.

martes, 24 de agosto de 2010

Palabra para ti

Dios te dio un espiritu de poder, no son las circunstancias las que diran si tienes exito o no si no la manera en la que reacciones ante ellas y si tienes corage de afrontarlo, esfuerzate saca fuerzas de la gracia de Dios el estara hay y te levantar el jamas te abandonara. Todos padeceremos es una batalla constante, ya que en medio de la tormenta a la que muchas veces le tenemos miedo, Dios esta obrando y limpiando ya que el quiere que tengas su caracter para poder perfeccionarte, purificarte y fortalecerte solo confia!!!

"No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa."
Heb 10:35-36

Dios te bendiga!

lunes, 26 de julio de 2010

Lo que debilita fortalece